sábado, 14 de marzo de 2015

Miguel de Cervantes, el héroe

Miguel de Cervantes Saavedra, fue enterrado en 1616, por su voluntad, en la madrileña iglesia del convento de Las Trinitarias, con el hábito de franciscano y una cruz de madera en sus manos.Hoy,pasados cuatro siglos se desentierran sus restos mortales para comprobar que pertenecen a él. El gran Cervantes, el español más conocido en el mundo, lo es por haber escrito la obra inmortal de "El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha" pero yo quiero quebrar una lanza en favor de su heroismo en la batalla de Lepanto. Efectivamente en 1571 se encontraba embarcado en una de las galeras que participaron en esta acción; fue en La Marquesa, en la que se batió con coraje ejemplar. Aunque enfermo de fiebres y sin apenas poder tenerse en pie, Cervantes pidió combatir en cubierta y recibió dos heridas de arcabuz, una en el pecho y otra en la mano izquierda, que le dejó manco y de lo cuál siempre estuvo muy orgulloso. En el prólogo de la segunda parte de "El Quijote" se refiere a esta batalla como "La más memorable y alta ocasión que vieron los siglos pasados, ni los presentes, ni esperan ver los venideros". Esta batalla decidió, en gran parte, el destino de Europa, al enfrentarse El cristianismo contra el Islám, esto es: el imperio Otomano contra La Liga Santa (Estados Pontificios, España, Nápoles, Sicilia, Orden de Malta Y Venecia) La católica Francia, los dejó solos pactando una tregua con los otomanos, además de proporcionarles información de los movimientos de las naves cristianas. De haber ganado el imperio Otomano, los turcos habrían seguido navegando, sin oposición, hasta Marsella, y la historia de Europa sería otra cosa. Espero que no tengamos que hacer otro "Lepanto"

miércoles, 11 de marzo de 2015

Crisis moral antes que económica

Es indudable que suele verse y descubrirse más fácilmente el síntoma externo de una enfermedad que la causa interna de la misma. De ahí que la mayoría de nosotros vea principalmente la causa del desastre español en la crisis económica general y sus consecuencias que afectan personalmente a casi todos; razón esta de peso para que cada uno se haga idea de la magnitud de la catástrofe. La gran masa sabe aquilatar todavía mucho menos la trascendencia político-cultural y moral del desastre. Y aquí es donde para muchos se anulan por completo la sensibilidad y la razón. Que esto ocurra en la gran masa es al fin comprensible, pero que también los círculos intelectuales consideren el desastre español primordialmente como una catástrofe económica y que, en consecuencia, esperen de la economía el saneamiento nacional, es una de las causas que ha impedido la realidad de un resurgimiento. Sólo cuando entiendan que a la economía le corresponde únicamente un papel secundario, en tanto que factores políticos y de orden moral tienen que considerarse como primordiales en el origen de la calamidad se podrá encontrar los medios y la orientación que nos conduzcan al saneamiento de la nación.

lunes, 9 de marzo de 2015

Cataluña no es una nación



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Lo que ahora llamamos Cataluña fue sólo una parte de España para los romanos, visigodos y francos.
En 1271 Jaime I al término del concilio de Lyon tras ofrecer sus hombres y flota para una cruzada exclamó: “Barones, ya podemos marcharnos; hoy hemos salvado el honor de España”.
En el siglo XIV, Ribera de Perpejá en su “Crónica de Espanya” señalaba que Cataluña era una parte de esa España despedazada por los musulmanes, pero ansiosa de reunificación. Y el historiador Muntaner reclamaba una acción conjunta de los cuatro reyes de España, “que son d´una carn e d´una sang”, lógico pues los guerreros catalanes almogávares entraban al combate al grito de “¡Aragón! ¡Aragón!” no Cataluña. Bernat Desclot narraba que en la batalla de las Navas de Tolosa de 1212 habían intervenido “los tres reyes de España, de los cuales uno fue el rey de Aragón.
Nos cuenta Desclot que en el viaje del conde de Barcelona a Alemania para entrevistarse con el emperador dijo: “Señor, yo soy un caballero de España. Soy un conde de España al que llaman el conde de Barcelona”. Está claro que los catalanes de Medievo tenían las ideas muy claras en cuanto lo que eran.
Participaron en la guerra civil de inicios del XVIII, por un enfrentamiento dinástico, no un conflicto independentista como falsamente lo presentan.
También resistieron al invasor gabacho en el Bruch y en el asedio a la inmortal Gerona. Es significativo que la heroína Agustina de Aragón era catalana. También combatieron en Marruecos bajo las órdenes del General catalán Prim.
En la guerra civil española de 1936 lucharon en ambos bandos. Nadie puede olvidar al Tercio de Monserrat y su actuación en la batalla del Ebro. Y es que, mal que les pese a los autores del malhadado estatuto, Cataluña no es, ni ha sido nunca una nación, sino una parte de una nación llamada España.