Como está visto que no nos pueden ver, será por la envidia. Los gabachos estuvieron ideando, durante un año, de qué forma evitar que ganara Rafa, u otro español, el Abierto de Francia que lleva el nombre de un gran aviador. Endurecieron la pista, cambiaron el polvo de ladrillo y, finalmente fabricaron unas bolas endurecidas, especialmente para este evento, para que corrieran más y con bote más vivo. Una cosa así como la Caja Mágica de Madrid, que el año que viene ya habrá cambiado bastante. Lo consiguieron. Ningún español en semifinales. ¡Olalá! y a brindar con champán.
Excepción hecha de las españolas Virginia Ruano y Anabel Medina que disputarán la final de dobles. Más que "ná, pa jodé".
Creo que la envidia no es sólo el "vicio español". Desde que le raptamos a su rey y nos lo llevamos a Pedraza, no nos perdonan una. ¡Ah, Europa Unida, qué utopía...!
ResponderEliminarVaya, y a Medina del Campo que lo metimos preso en el Castillo de la Mota. "Andespués" le pegamos la primera derrota de las tropas napoleónicas. Y más después "to" las cosas que han "pasao" y pasan en las playas de España con esas bonitas "franchutas". :-0)
ResponderEliminarEs lo que hay